Presentación del libro "Cataluña Hispana"


El viernes 16 de mayo, a las 20:00 horas, en el salón de audiciones de la Biblioteca Pública de Palencia, la ACT Fernando III el Santo presentará el último libro de Javier Barraycoa, “Cataluña Hispana”.


   El autor, nos explicará los falsos mitos en que se basan los actuales nacionalismos ibéricos, especialmente el catalán, y como se han engrandecido con la ambigüedad de la actual constitución liberal y su consiguiente sistema autonómico, principal propulsor de este tipo de aberrantes ideologías. Y como la falta de tradición, fe y cultura de un pueblo que vive de espaldas a su naturaleza, totalmente manipulado por el actual sistema político, es el abono con que se alimentan estas ideologías espurias y traidoras en ciertas regiones de España.

  En contraposición, Javier Barraycoa nos trasladará no solo las innumerables pruebas de la españolidad de Cataluña; tantas o más que cualquier otro rincón de nuestra vieja piel de toro; y como llevan décadas siendo combatidas por un sistema que se retroalimenta con la mentira. Así, también nos recordará lo decisivo que ha sido el pueblo catalán en los momentos más importantes de la historia de España, desde su fundación como nación en tiempos de los Reyes Godos hasta la actualidad.

  Con esta conferencia, la tercera en lo que va de año,  la ACT Fernando III el Santo continúa en la idea y el compromiso de mantener la llama de la verdad encendida, pues tal como lo entendemos, solo quien conoce y defiende la verdad, tiene derecho a llamarse libre.


Javier Barraycoa Martínez (Barcelona, 1963), es doctor en Filosofía, profesor de Sociología en la Universidad de Barcelona, y Vicerrector de la Universidad Abat Oliba. Colaborador habitual de las Reuniones de Amigos de la Ciudad Católica y de la revista Verbo, es autor, además de este "Cataluña Hispana" (2013) que presentamos, de obras como "Ruptura demográfica; un análisis de los cambios demográficos" (1998), "El trabajador inútil: reinventando el proletariado" (1999), "Tradicionalismo y espiritualidad de Antonio Gaudí" (2002), "Sobre el poder, en la modernidad y la posmodernidad" (2003), "Tiempo muerto: tribalismo, civilización y neotribalismo en la construcción cultural del tiempo" (2005), "Fundamentos sociológicos de la corrección política" (2008), "Los mitos actuales al descubierto" (2009), "Historias ocultadas del nacionalismo catalán" (2011), y coautor de obras como "A los 175 años del Carlismo. Una revisión de la tradición política hispánica" (2008-2011), en la que contribuye con el Carlismo Catalán.

La leyenda de Bernardo del Carpio


Bernardo del Carpio, desafia al Rey Alfonso II el Casto
  Nos recuerda Cervantes, por boca de nuestro querido Don Quixote: “como es cosa ya averiguada que todos o los más caballeros andantes y famosos, uno tenga gracia de no poder ser encantado, otro de ser de tan impenetrables carnes, que no pueda ser herido, como lo fue el famoso Roldán, uno de los doce pares de Francia, de quien se cuenta que no podía ser ferido sino por la planta del pie izquierdo, y que esto había de ser con la punta de un alfiler gordo, y no con otra suerte de arma alguna; y así, cuando Bernardo del Carpio le mató en Roncesvalles, viendo que no le podía llegar con fierro, le levantó del suelo entre los brazos, y le ahogó, acordándose entonces de la muerte que dio Hércules a Anteón…” Evidentemente, Don Miguel de Cervantes, recupera un pasaje legendario de nuestra Historia, que como casi todo lo ocurrido en la España del siglo IX, nos ha llegado difuminado, a la media luz que tan lejano tiempo pueda aportarnos.

  No obstante, y teniendo claro que las leyendas no son hechos verídicos de la Historia mientras no se demuestra lo contrario, bueno será recordar lo que sabemos del caballero Bernardo del Carpio, cuya vida y obra es digna de una epopeya griega.

  Cuenta la leyenda, que en los albores del siglo IX, reinando en la España cristiana Don Alfonso II el casto, su hermana Jimena, se enamora del noble Sancho Díaz, a la sazón Conde de Saldaña. Por las razones que fuere, el Rey Casto no aprobó dicha relación, y los nobles amantes se casaron en secreto. La reacción de Don Alfonso, sintiéndose traicionado, y herido en su orgullo, fue encarcelar al Conde en el castillo de Monzón, y encerrar a su hermana en un convento, lugar en el que nació el pequeño Bernardo.

  La infancia y juventud de Bernardo del Carpio transcurrió en la corte, ajeno a quien era realmente, y al destino de sus verdaderos padres. Allí es educado como caballero, sobresaliendo desde muy joven su carácter valiente y buen uso de las armas. Pronto se convirtió el joven Bernardo en uno de los favoritos del Rey, y así pasó a formar parte de su escolta privada, logrando incluso salvar la vida del Rey Alfonso durante una batalla.

  Ocurre entonces que Carlomagno, emperador del Sacro Imperio, exige vasallaje a su aliado el Rey de Asturias; y así envía un ejército que ha de imponer el sello imperial en tierras hispanas. Bernardo no acepta el chantaje extranjero, y con un grupo de fieles, sin saberlo el Rey, se encaminó a Roncesvalles a combatir al ejército franco. La victoria fue total para las huestes astures, y el caballero del Carpio, como buen vasallo, entregó la victoria a su noble Rey. Así nos lo cuenta el romance:

Siglos ha que con gran saña,
Por esa negra montaña
Asomó un emperador.
Era francés, y el vestido
Formaba un hermoso juego:
Capa de color de fuego
Y plumas de azul color.
Y pedía, la corona de León.
Bernardo, el del Carpio, un día
Con la gente que traía,
“¡Ven por ella!”, le gritó.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Allí, con fiel de arrogancia,
Los doce pares de Francia,
También estaban, también.
Eran altos como cedros,
Valientes como leones,
Cabalgaban en bridones,
Águilas en el correr.
Salió el mozo leonés,
Bernardo salió, y luchando
A todos los fue matando,
Y hubiera matado a cien.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Con qué ejército, Dios mío,
De tan grande poderío
Llegó Carlo Magno acá.
¡Cuantos soldados! No tiene
Más gotas un arroyuelo,
Ni más estrellas el cielo,
Ni más arenas la mar.
Dios no los quiso ayudar.
El alma los arrancaron
A sus pies los derribaron
Como al rioble el huracán.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Diz que dice un viejo archivo
Que no quedó un francés vivo
Después de la horrenda liz.
Y así debió ser, pues vieron
El sol de los horizontes
Muchos huesos en los montes
Y muchos buitres venir.
¡Qué gran batalla!
No fue menos el botín:
Banderas, cotas de malla
Y riquezas y vitualla
Se recogieron sin fin.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Huyó, sin un hombre luego,
La capa color de fuego
Rota y sin plumaje azul
Bernardo, el del Carpio,
Torna a casa tras la guerra
Y al poner el pie en su tierra
Lo alcanza la multitud.
¡Qué de alegrías!
En verlas gozarás tú.
Hubo fiestas muchos días,
Tamboriles, chirimías,
Y canciones a Jesús.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!

Muerte de Roldán en Roncesvalles, según David Aubert
   Es entonces cuando Bernardo se entera de que no es un bastardo, y del injusto destino de sus nobles padres. Pide al Rey que les libere, combate como nunca para ganarse el favor real, suplica hasta de rodillas, más nada consigue; y como dos siglos después hiciera el buen Cid, abandona el Reino con sus fieles y se pone a las órdenes del Rey moro Marsil de Zaragoza.

  Bernardo, enfurecido arrasa las tierras de Asturias con su mesnada, como nos recuerda el Padre Mariana “hacía cabalgadas por tierras del rey, robaba, saqueaba y talaba ganados y campos”. Tal debió de ser la furia con la que el caballero palentino arremetió, que al Rey Alfonso II el Casto no le quedó otra que prometerle la liberación de sus padres; más como la dicha nunca es completa, a su padre le entregó ya fenecido, y a su madre agonizante. Poco más que despedirse de ella pudo el héroe, aunque esto le valió, como fiel vasallo que era,  para volver a formar parte de las huestes del Rey de Asturias.

  Actualmente, los supuestos restos del caballero Bernardo del Carpio descansan en la Colegiata de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, y cercana a la Colegiata se encuentra la cueva descubierta por el caballero Elpidio, donde debió de estar enterrado en la antigüedad el héroe, y que aún mantiene un sepulcro que reza así:  “Aquí yace sepultado el noble y esforzado caballero Bernardo del Carpio, defensor de España, hijo de don Sancho Díaz, conde de Saldaña y de la infanta doña Ximena, hija del rey don Alonso el II llamado el Casto. Murió por los años de 850".

  Verdad o leyenda la vida del héroe, lo cierto es que nos deja el legado de la lealtad al rey y al honor personal como consigna vital, siendo la segunda más importante que la primera cuando el Rey no cumple, pero que vuelve a ser secundaria una vez que el Rey cumple…

9/04/2014
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Crónica de la conferencia sobre el conde Pedro Ansúrez


El pasado cuatro de abril, la ACT Fernando III el Santo inició el curso 2014, en cuanto al ciclo anual de conferencias se refiere, abriendo la temporada con uno de los símbolos históricos de nuestra tierra; el conde Pedro Ansúrez. La conferencia fue impartida en la Biblioteca Pública de Palencia por el historiador Don Andrés Barón, uno de los mayores expertos el medievo central castellano-leonés, y quién recientemente ha publicado un libro titulado “El Conde Pedro Ansúrez, poder y dominio aristocrático en León y Castilla durante los siglos XI y XII”.


El autor comenzó comentando que la razón por al que se había aproximado a la figura de Pedro Ansúrez, era la escasa bibliografía existente sobre su figura, exceptuando la obra de Justiniano Rodríguez en 1966, y puesto que se acerca el IX Centenario de su muerte, era casi una obligación moral. Andrés Barón continúo poniendo especial énfasis en recordar el papel desempeñado por el Conde de Carrión y Saldaña durante los reinados de Alfonso VI –de quien fue mayordomo, y llegó incluso a acompañarle durante su exilio toledano– así como en el posterior reinado de Doña Urraca. También se recordaron pasajes de la longeva vida del Conde, resaltando algunos como que su nacimiento fue posiblemente el año 1037 en la localidad palentina de Santibáñez de la Peña, aunque no se pueden descartar otros lugares como Carrión de los Condes, Saldaña, o la mismísima León, dado que su padre, el conde Ansur Díaz, pasaba allí largas temporadas como hombre de confianza del rey Fernando I. Interesante fue, el hecho de comparar las figuras de Rodrigo Díaz de Vivar y pedro Ansúrez, como alféreces de sus respectivos reyes, y así, constatar como la Historia ha sido mucho más generosa con el Campeador, que con su “álter ego” leonés; razonándolo el autor, en que el “El cantar de mio Cid” fue compuesto alrededor de 1200 en Castilla, casi cien años después de la muerte de ambos caballeros, y de ahí la inquina con que se trata al Conde de Saldaña y Carrión; siendo en realidad la relación entre los dos caballeros bastante más cordial en la realidad, que como nos lo ha trasladado el famoso cantar de gesta. Andrés Barón también recordó que la conocida familia de los Téllez de Meneses, Señores de Tierra de Campos, descendían directamente de Pedro Ansúrez, por medio del matrimonio entre Doña Mayor Pérez –hija de Pedro Ansúrez- y Don Martín Pérez de Tordesillas. Y es que el territorio que abarcaban los dominios del Conde de Carrión y Saldaña se alargaba desde la Liébana cántabra hasta el sur del Duero; razón por la que el Conde ha pasado a la historia como el gran repoblador de los aledaños del Duero, con grandes extensiones de terreno en las actuales provincias de Avila y Segovia, así como la propia ciudad de Valladolid. Aún así, resaltó el autor, podemos entender que la figura del Conde, no hay que entenderla solamente como la del gran repoblador, sino más bien debemos entenderla como la de un gran soldado, un hombre de armas clásico, siendo sin duda uno de los más poderosos magnates de la España de los siglos XI y XII. Finalmente se resaltó, que ha diferencia de muchos otros magnates del mediévo hispánico, y a pesar de su gran poder, Pedro Ansúrez mantuvo una lealtad inquebrantable hacia sus reyes durante los más de ochenta años que se alargó su vida. La cual finó posiblemente en Valladolid, donde descansan sus restos, el año de Gracia de 1117.


Desde la ACT Fernando III el Santo, damos las gracias a Don Andrés Barón, por su magnífica conferencia, así como a todos los que nos acompañaron en la sala, ya que con su presencia e interés nos animan a continuar realizando este tipo de actividades. Y es que entendemos que un pueblo que desconoce su Historia, no puede amarla ni defenderla. Ni lo más importante, entender que todos formamos parte de un proyecto de siglos que se llama España, el cual hay que defender con el orgullo que transmite el conocimiento, y el valor al que nos obliga la responsabilidad de conservar la Fe y tradiciones heredadas, baluarte de nuestras verdaderas libertades. Como así hicieron nuestros mejores predecesores.